domingo, 10 de julio de 2011

Ayer

-¿Podemos seguir jugando? -me preguntó.
Los labios marcaron el silencio. No pude responder.
La impotencia sobre el modo de resolver la situación pintó los rostros. Lo miré y me fui de la habitación. Arrojé las llaves.
El deseo se ocultó detrás del orgullo. El poder volver se anuló al mismo instante.
El vacío se adueñó de la noche.
Los círculos no lograron ser delineados como tales.
Las figuras se deformaron en búsqueda de libertad.

Deborah Valado 11/Julio/2011



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