jueves, 8 de septiembre de 2011

"Noches de Jazz & Jam"

Alma disfrazada,
envuelta,
desorbitada.
Ansia de querer,
de saciar el impulso
del ocaso,
del ser.
Jazz,
inspiración mutua.
Jam,
eterno cover.
Odio el saxo tenor que resuena
sobre lo prohibido,
sobre lo que no puedo mañana
decir, sentir, desinhibir.
El ayer ya se ha ido,
quedan imágenes,
la playa, el bar, el escenario perdido. 



Recuerdo percibir un suave movimiento del aire en  la habitación y dar cuenta que la noche ya había avanzado. Muchas opciones no habían: Quedarnos  en casa escuchando viejos discos o salir por la ciudad a buscar refugio en algún pub. La segunda fue la mejor. Entramos en el Celta Bar, la vibración sonora nos remitía al amor supremo de Coltrane. No dudamos en robar registros del momento. Abrimos los bolsos, retiramos nuestras cámaras y empezamos a reinterpretar  las sensaciones de aquellos hombres de trajes negros. Jazz, eso era lo que nuestras lentes pretendían atrapar. Fotografiar esas escenas  en donde la expresión justa corporizaba el sonido que más se anhelaba escuchar. 
Los músicos no nos percibían, las melodías los habían encantado. Demasiada soberbia musical, pocos miedos para trasladar el swing de cada compás. Frescura de las armonías, vuelos trascendentales. Sumergirse no era para seres inanimados sin pretensión de vivir más allá de los conceptos  ya transferidos. La pulsión misma de los acordes transitaba los cuerpos y los liberaba al mar de improvisar sobre esas escalas cuasi perfectas.  Cuasi perfectas porque abrían grietas al error que permitía el dinamismo sobre la misma marcha. Un gesto bastaba ya para dar lugar a qua cada músico tuviera sus cinco minutos de iluminación divina. Tal vez, no siempre había combinación perfecta. No obstante, primaba la cortesía de camaradas.
Temimos enredarnos de la tensión que nos producía el violín por sobre los demás instrumentos. Una caricia era  mínima para describir lo que nos generaba. Sin embargo, pudimos ir más allá, danzamos libres  y realizamos cientos de clicks hasta ser rozados por el áspero silencio.


 Deborah Valado // Diciembre 2010 // Septiembre 2011

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