lunes, 3 de octubre de 2011

Parque




Viernes 25 de Octubre del 2007. 10 de la mañana. Cielo despejado, fuertes rayos de sol.  Parque  Rivadavia, miradas, en principio,  desde la  Noria Histórica, glorieta para el vulgar decir.
En el banco de cerámica de la glorieta: dos señoras conversando. La de la derecha: descalza, reposando los pies sobre las plantillas. Al lado, las zapatillas deportivas de cuero blanco con cordones desatados. Tiene pelo corto, ondulado y teñido de tono caoba. Está con una musculosa blanca y short azul. Habla acompañada de continuos gestos con las manos. La de la izquierda: rubia, cabello hasta los hombros, bincha negra de hilo fino, músculo negra de morley, jogging verde, campera sobre la falda, zapatillas deportivas con resortes naranjas, de cuero blanco y detalles negros de tela.
–Pensaba en los chicos... – comentó la rubia. No tuvo respuestas.
La glorieta está bien cuidada: pared pintada de blanco, sin ninguna mancha ni escritura, ni rajaduras; las baldosas parecen enceradas,  alrededor no hay ningún papel tirado, ni hojas de los árboles más cercanos. Todo impecable está tal como el resto del parque. El costado del  escalón, donde estoy sentada, se recubre de chapa, el suelo es de piedritas naranjas, tierra y arenilla colorada.  La placa de bronce que está sobre la glorieta informa que fue convertida en fuente en el año 1928. Se escucha el agua que corre por una canilla de la misma.  La fuente tiene agua limpia, fondo sin basura, pintada por dentro de celeste, afuera blanco. Sobre la pared del lado de la fuente, arriba hay un  hornero, un farol, debajo un bronce de la fisonomía de un león con una canilla,  hay otras 8 canillas, pero sólo sale agua del costado de la pileta más chica.
Por el paseo del centro circular de cemento: una mujer camina despacio, detiene su mirada en el árbol, sigue su camino. Un hombre trota con auriculares puestos, gorra blanca, short azul, zapatillas “Toppers” y musculosa amarilla.
La mujer de al lado se retira, queda la otra sola.
Adelante, en diagonal, el monumento al General Simón Bolívar. Pasa una chica con la bicicleta en la mano, se acerca al bebedero  de cemento del costado de la glorieta. Sale poca agua, parece que la canilla está oxidada. Pasa una anciana del brazo de una mujer mucho más joven, en dirección opuesta una mujer que lleva un bebe en el changuito.
Al costado izquierdo de la glorieta, a unos 10 metros: una palmera, grandes hojas verdes y tronco bastante rajado, debajo un banco donde la sombra resguarda a dos chicas que conversan. Del otro lado: un puesto  de garrapiñadas junto a un kiosquito mediano. Están  cerrados. Son de chapa pintada de verde, tienen cadenas que lo rodean y  4 ruedas de goma gastada.
Notas generales: canto de pájaros, gente haciendo ejercicios, zapatillas deportivas, lentes, chicas sentadas tomando sol, bancos de cemento, flores de varios colores, toallas, mujeres caminando.
Otro hombre se acerca al bebedero. Desprolijo, barbudo,  tiene unos anteojos de marcos grandes, alpargatas de lona gastadas, pulóver de rombos con agujeros y camisa blanca de mangas largas. Se inclina  a tomar agua,  apoya los labios en la canilla, sostiene sus manos en las rodillas, toma agua dos veces y se retira. Yo también voy  recorrer el parque.
Feria del libro (entrando por la avenida Rivadavia): a la derecha está el pasaje peatonal, las mesas de cemento dividen parte del mismo con la feria. Antes de la propiamente dicha feria del libro hay un puesto de panchos. Carrito rojo, heladera, sombrilla verde, tres frascos de aderezos – amarillo, blanco y rojo–, un taper con papas fritas pequeñas, seis gaseosas, servilletas de papel, la olla, pan y salchichas. El vendedor habla con otro puestero. Detrás está la reja que tiene un cartel que indica el principio de la feria. No hay casi gente que la  recorra, está dividida en varias partes, sólo tomo apuntes de algunos puestos.
  Puestos de revistas: viejas, de rock, arquitectura, historia, fotografía, deportivas, literarias, femeninas, humor, chismes, etc. Carteles que denominan los puestos e indican los tipos de textos que venden y/ ó  compran.  Textos primarios, secundarios, terciarios, en ingles.
Mesas de  con cajas de ofertas: libros de novelas de acción y románticas, cuentos, de autoayuda, científicos, populares, best seller.
Algunos autores de libros de la primera fila: Felipe Pigna, Stephen King, Anne Rice, Roberto Pettinato, Voltaire, Sabato, Casona, Kafka.
En los puestos del medio predominan los VCD‘s, juegos, películas grabadas, CD’s originales y grabados, nuevos y usados, DVD’s musicales, Mp3’s, carpetas de presentación de discografías y películas nacionales e internacionales.
Por último, camino hasta unas escaleras que están sobre Rivadavia a la altura de la parroquia: Nuestra Señora de Caacupé. Atrás mío  están las rejas que cercan todo el parque. La mitad de los escalones están cubiertos por  la sombra del árbol de tronco inclinado sostenido con un palo de  hierro. En la vereda: una tela estirada. Diversos objetos a la venta sin precios indicados: collares de piedritas brillantes y coloridas, de semillas, de porotos, de hilos tejidos, con metal y  sin metal. De distintos tamaños: largos, cortos, anchos y finos. Además hay pulseras, tobilleras, pipas y aros. El vendedor está conversando con una señora que se queja de la brigada. Sólo hay cinco  puestos –mantas estiradas sobre el suelo–  de ventas sobre la avenida.  
 Por la avenida: (corta el semáforo) un auto gris, dos bicicletas, dos colectivos de la línea 132, una camioneta, otro colectivo de la línea 5 y  una moto. Luz verde, arrancan todos y  pasa una bicicleta a contramano.
Es  mediodía, el apetito es grande, me voy a comer. Hora de mi almuerzo.


Deborah Valado //2007 
               

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