martes, 10 de abril de 2012

A la hora de la siesta




A la hora de la siesta nos volvíamos invisibles
para robar los caramelos y darles vidas a nuestros paladares
Danzábamos en rondas de chocolates
Sentíamos la felicidad a través de los sabores
Las palabras se estancaban en la garganta
La lengua sólo lamía el dulce de los labios. 

Deborah Valado // Marzo 2012

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