miércoles, 11 de abril de 2012

No te vayas, con amor o sin él



      Lisiada y mucama. Ama y esclava, en tensión dialéctica inconclusa. A partir de dicha relación se abre un mundo en donde todo parte del deseo.  La lisiada desea que los otros la reconozcan como su superiora y que, por lo tanto, se le sometan a cualquier precio, con amor o sin él. En esa pretensión aparece a la par el deseo de su  empleada y allí comienzan los enfrentamientos, la búsqueda por el trono de la silla de ruedas. La tensión se distiende  porque una de las dos tiene el temor a morir en soledad.
La obra de Norman Briski – escrita y dirigida por él – nos interpela con muchas posibles preguntas, entre ellas:
¿La minoría tiene más privilegio? ¿Hay una victimización sólo en post de tener algún premio?  
No nos da respuestas inmediatas, pero sí nos habilita a poder comprender desde el humor y el absurdo la problemática social del poder que muchos hacen vista gorda. Además nos presenta a través de la lisiada, un claro ejemplo de un sujeto que socialmente es estigmatizado, – más allá que ella intenta adoptar un lugar de apropiación y ventaja de su situación –, tal como lo postula E. Goffman al referirse al termino propiamente dicho de estigma:   “signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo o poco habitual en el status moral de quien los presentaba. En la actualidad, la palabra es ampliamente utilizada con un sentido bastante parecido al original, pero con ella se designa preferentemente al mal en si mismo”.
Hay que evidenciar que la obra  propone, a partir de una relación de sometimiento entre la señora y señorita – ambas sin nombres propios –, metáforas al interior de la sociedad, primordialmente, una crítica al capitalismo como sistema alienante de los sujetos sociales. Dichos sujetos son conciencias de deseos, pero sus deseos son ajenos y naturalizados, están atados a los otros, por lo tanto lo que realizan lo hacen sin ser ellos mismos.
El dinero será una de las claves para mediar las relaciones dentro y fuera de la casa, transformando a los personajes en  meras mercancías.  Una casa que está reconstruida a partir de un biombo móvil que representa tres espacios: la puerta de entrada, la pared de la parte de afuera del baño y unos tubos fosforescentes en función de un televisor. En una de las esquinas hay un ascensor que simula la entrada y la salida al abrirse sus puertas automáticamente.  Además, hay sobre el suelo una puerta que dá al sótano, lugar donde se encuentra oculto el amante de la señora.
La obra se reposa sobre las actuaciones contundentes de las dos jóvenes Carolina Molini (en el rol de la señorita y su hermana, que es quien la reemplaza cuando ella hace un viaje) y Eliana Wassermann (la señora). Carolina Molini muestra una gran versatilidad al cambiar de personaje opuestos, distinguiéndose muy bien uno de otro, por sus diferentes posturas corporales, tono de voz y proyección. Eliana Wasserman, al estar mayormente sobre la silla de ruedas, condensa toda su actitud en el rostro,  y de tal manera se apropia de las emociones de una manera muy plena y viva.
El drama se  desarma en un clima de tensión y crueldad que el director supo darle a cada momento el valor  y tiempo correspondientes entre silencios que retienen toda la fuerza de la obra.
En síntesis, el poder y la dependencia serán los ejes de la pieza teatral, la balanza  tira a favor del capital económico que se liga al simbólico y siempre pretende más y más. Las miserias se olvidan pero por ello aparecen en escena, para tal vez que el público ría con complicidad o se desentienda de lo que no acepta.
Permitirnos mirar más allá y  generarnos interrogantes es lo que hace que “No te vayas, con amor o sin él” sea una  muy rica y por lo tanto altamente recomendable obra. 

Deborah Valado
           




Ficha técnico artística

Autoría: Norman Briski
Actúan: Carolina Molini, Eliana Wassermann y Jorje Diaz Rato
Voz en Off: Soledad Baisetto, Nahuel Crescenzo,
Vestuario: Laura Copó
Diseño de escenografía: Leandro Bardach, Norman Briski
Realización escenográfica: Magalí Luraschi y Guillermo Berchthold
Diseño de luces: Norman Briski
Diseño  Víctor Monte
Realización de escenografia: Guillermo Bechthold, Magalí Luraschi
Música original: Martín Pavlovsky
Operación de luces: Magalí Luraschi
Operación de sonido: Pablo Largente
Fotografía: Horacio Carrano
Foto de gráfica: Luis Flores
Diseño gráfico: Gustavo Wald
Asistente de dirección: Mariana Barragán
Prensa y comunicación: Sonia Novello
Dirección: Norman Briski



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