viernes, 12 de abril de 2013

Cuando



Cuando las muñecas
se desgarraban en llantos,
pataleaban contra el viento,
yo sentía que las manos
ya no eran de miel.

Cuando mi alma
no encontraba su nido
de ramas y flores con vida,
 yo sentía, junto a ella,
la trémula noche llegar.

Cuando los peces
no se acercaban
a mi mar, y el bote
parecía más lejano,
yo sentía que mi tristeza
construía  la soledad.

Cuando los silencios
me encerraban
en la habitación,
sepultaban  las palabras,
yo sentía que el diablo
 me robaba todas las fantasías.

Cuando un día
no fui más niña,
percibí un nuevo amanecer,
yo sentí que al fin podía
escapar de esa casa
de  ladrillos de tempestad. 

Deborah Valado // Abril 2012

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